Los psicofármacos no son el único camino siempre

Extracto de Congreso
F.A.M.H.A (Federaciones de Asociaciones Médicas Homeopáticas Argentinas.)

Dra. Ana Scopp

Utilizamos medicación homeopática para reemplazar los psicofármacos. En algunos casos en que no fue posible el reemplazo completo, la disminución de las dosis y de la polifarmacia trajo muchos beneficios para el paciente.

Hay filosofías distintas en los diferentes enfoques de tratamiento.
El enfoque supresor va desde lo manicomial, el electroshock y similares, hasta la psicofarmacología moderna, que produce la psiquiatrización, proceso determinado por varios factores.

Las visiones del paciente, familias y psiquiatras comparten conceptos fragmentarios acerca de la naturaleza de la enfermedad, estigmatizada desde lo neuroquímico como irreversible.

El paciente queda sujeto a un ejercicio de sometimiento persistente de por vida, una determinada manera de existir, como si obedeciera ciegamente a una orden que lo empuja a un rol parcial denominado el esquizofrénico, el depresivo, el bipolar, el suicida, etc.

“Enfermos” y “sanos”, separados rígidamente, son depositarios de contenidos complementarios fijos. Habrá un abismo entre ellos y al mismo tiempo articularán perfectamente entre si como piezas de un rompecabezas.

Muchas veces el tratamiento psicofarmacológico indicado de por vida confirma esta manera de entender las cosas. El abordaje es vivenciado como violento, el modelo de “salud” es igual para todos, e impone una serie de acciones autoritarias y supresoras sobre lo que denomina enfermedad.

Los psicofármacos, cada vez más eficaces en bloquear defensivamente las respuestas a las injurias a que es susceptible una vida singular, lleva a decir a Laurent, máximo responsable de la Asociación Mundial de Psicoanálisis: “Tienen una eficacia negativa, son pulsión de muerte, la parte maldita…”

El otro enfoque está enmarcado en la filosofía homeopática.

Entendemos que podemos ayudar a la salud de nuestros pacientes si consideramos como Hahnemann, a la enfermedad mental dentro del resto de las enfermedades.

 

Las bases de una propuesta acorde a la filosofía homeopática no son exclusivas para este tipo de enfermo. Sin embargo, estos casos nos obligan a ser extremadamente conscientes y cuidadosos en relación a los siguientes puntos:

1º Debemos aceptar auténticamente la diversidad en los pacientes, incluyendo todos los síntomas que aparezcan sin pretender suprimirlos, teniendo claro que aun cuando corre peligro su vida debería ser contenido de la manera menos violenta posible. (Ver un caso de locura, Escritos Menores, Hahnemann)

2º Debemos aceptar auténticamente los límites de nuestro conocimiento en la penetración del mundo invisible que Kent llamara mundo de las causas. Esto es válido en una psicoterapia coherente con la homeopatía, ya que la sola profundización permanente del porqué muchas veces resulta en una racionalización estéril.

3º Debemos intervenir con el menor grado de violencia posible tanto en la formulación psicoterapéutica como en la necesidad de usar sistemáticamente la medicación homeopática aún en enfermos que nos llegan medicados, y que en la medida de sus posibilidades podrán ir dejando gradualmente los psicofármacos, mientras acompañamos al paciente y su familia removiendo obstáculos, sin modificar autoritariamente conductas sintomáticas sino al disturbio que le da lugar.

Si logramos comportarnos así, estaremos curando al decir de Hahnemann siguiendo las leyes de la naturaleza.

El objetivo de esta introducción es proponer a los colegas que estén interesados en extender esta experiencia crear en otras escuelas consultorios específicos similares.

El Médico Homeópata puede medicar correctamente a estos pacientes, pero su atención integral requiere un equipo de trabajo más amplio que excede el encuadre homeopático, por lo que el homeópata que medique debería estar integrado en un equipo.

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